Marlena Malden tomando el té en Sanderson Hotel, Londres
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Afternoon teas en Londres: cuando la estética no basta

El arte de sentarse a tomar el té… y no dejarse engañar

Londres tiene una de las tradiciones más encantadoras del mundo: el afternoon tea. En teoría, se trata de una pausa refinada para disfrutar, entre porcelana y mermelada, del arte de comer lento y bien. Pero no todo lo que reluce en esta ciudad está pensado para saborear. Algunos tés en Londres son un espectáculo… pero solo en Instagram.

Y de eso quiero hablar hoy: de una experiencia visualmente impecable, pero decepcionante en todo lo demás. Porque contar también lo que no repetiría forma parte de mi forma de viajar. Al final, compartiré tres lugares donde el té no es solo bonito, sino verdaderamente delicioso. Pero antes, vamos con el protagonista inesperado de este post.

El té de Alicia en el Sanderson Hotel: una trampa estética

Reservar el Mad Hatter’s Afternoon Tea era fácil. Encontré mil fotos, todas preciosas. Vajilla original, menú inspirado en personajes de Lewis Carroll, un patio encantador… parecía hecho para mí. Pero fue una de esas veces en que cuanto más se esfuerza un sitio en parecer especial, menos lo es.

📍 El entorno

Sí, el espacio es bonito. Mesas cuidadas, decoración de cuento y un jardín interior agradable. Pero más allá del primer “wow”, la experiencia no avanza. No hay calidez ni mimo. Todo es visual, nada sensorial.

Pastel con forma de oruga

🍰 La comida

Los bocados dulces —aunque presentados con gracia— tenían sabores artificiales y empalagosos, con exceso de gelatina, colorantes y azúcar. Los salados, olvidables. Los scones, uno de los puntos clave en cualquier afternoon tea, llegaron resecos y fríos. Y aunque había opción de repetir, nadie lo mencionó ni creó el ambiente para que lo hicieras.

No solo me fijé en mi mesa: alrededor pude ver cómo las demás también dejaban sin tocar la mayor parte del surtido, especialmente los dulces. Nadie parecía estar disfrutando realmente.

🍵 El té

La selección es correcta, pero sin guía ni recomendaciones. Te lo traen, lo dejas infusionar tú misma, y listo. Ni una palabra sobre variedades o maridajes.

🧍 El servicio

Lo que más me descolocó. Todo funcionó sin errores, pero con la frialdad de quien trabaja en una cadena de montaje. No hubo una sonrisa, una recomendación o una mínima intención de hacer la experiencia especial.

💸 El precio

Desde £58 por persona (sin incluir champán). Por esa cifra, en Londres puedes tener experiencias memorables. Esta no lo fue.


Afternoon teas en Londres que sí merecen la pena

Después de aquella experiencia frustrante, necesité reconciliarme con el ritual del té. Así que hice lo que suelo hacer cuando algo no me convence: seguir buscando. Y encontré tres lugares donde la experiencia está bien pensada, bien servida y bien resuelta. Sin excesos. Sin disfraz.


Fortnum & Mason – Diamond Jubilee Tea Salon

Té en Fortumn & Masons. Londres

Entrar en Fortnum & Mason es, desde el principio, una declaración de intenciones. Aquí no se trata de impresionar con excentricidades, sino de recordarte cómo se hace bien lo clásico. El salón de té está en la planta superior de la tienda, entre maderas claras, música suave y una calma que no se improvisa.

El comedor es amplio y luminoso, con piano en directo y mesas que te invitan a quedarte. El servicio es de los que escucha, sugiere y se mantiene presente sin molestar. Los tés son variados y los bocados llegan en el orden adecuado y a buena temperatura. No hay aspavientos, pero sí atención real a lo que importa.

  • Precio: desde £75 por persona.

  • Ideal para: quienes quieren vivir un afternoon tea clásico, sin artificios.

  • Detalles que marcan la diferencia: la vajilla personalizada, las distintas versiones del menú (incluido vegano) y la sensación de que cada cosa está en su sitio.


The Rosewood London – Mirror Room

Dulces del Té de la tarde en el Hotel Rosewood, Londres.

Este no es el típico salón de té, ni lo pretende. El Mirror Room es oscuro, contemporáneo y elegante sin ser frío. Aquí el té se convierte en un diálogo entre pastelería y arte: cada temporada tiene una temática distinta, y los dulces parecen salidos de una galería. Pero lo mejor es que no se quedan en la forma: tienen fondo.

El menú cambia con frecuencia y está pensado como una experiencia completa, con maridaje de tés e incluso opciones de champán si te apetece hacerlo más festivo. El servicio es amable y discreto. El ambiente, tranquilo y muy cuidado.

  • Precio: desde £70 por persona.

  • Ideal para: quien busca algo diferente, pero bien hecho.

  • Detalles que marcan la diferencia: la estética del espacio, el menú con hilo narrativo y la ejecución impecable de cada plato.


The Zetter Townhouse – Marylebone

Té en Zetter Hotel, Londres

El más inesperado de los tres, y quizá el más acogedor. El salón de este pequeño hotel parece sacado de una novela antigua: muebles desparejados, lámparas de flecos, retratos con bigotes y una banda sonora suave que cambia según la hora del día. Aquí el té se toma como en casa… si tu casa fuera excéntrica, cálida y con una cocina en condiciones.

No hay demasiadas mesas, y por eso es importante reservar. La comida tiene un toque de humor y creatividad: el típico pepino aparece con twist, los scones llegan tibios y crujientes, y los dulces están pensados para disfrutarse, no solo para fotografiarse. El ambiente favorece la conversación y el ritmo relajado.

  • Precio: desde £45 por persona.

  • Ideal para: quien quiere una experiencia tranquila, con encanto y sin adornos innecesarios.

  • Detalles que marcan la diferencia: la atmósfera, los sabores distintos y el hecho de que todo parece estar hecho para que lo pases bien sin esfuerzo.


Conclusión: Cuando el té tiene sentido

Tomar el té en Londres puede ser una experiencia inolvidable o una pérdida de tiempo. Lo que marca la diferencia no es la vajilla, ni el nombre del hotel, ni las fotos para Instagram. Es el conjunto: cómo te reciben, cómo te sirven, qué te ofrecen, y si puedes disfrutar sin estar pendiente del reloj.

El Sanderson me enseñó lo que no me interesa. Estos tres me recordaron que hay sitios donde todavía se cuida el fondo, no solo la forma.

¿Estás en Madrid y te has quedado con ganas de un té? Lee mi post Un té muy Marlena: mi experiencia en el Ritz de Madrid

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